Sócrates nació en Atenas, en el demo de Alopecia, entre 470 y 469 a.C., es decir, al final de las Guerras Médicas, con las que los griegos pusieron fin a la hegemonía de los Persas en el Mediterráneo (Brun, 1995. p. 21). Su madre, Fenarete, era una partera; su padre, Sofronisco, era escultor y por ello Sócrates diría en broma que descendía de Dédalo, el ancestro de todos los escultores.
Es probable que Sócrates recibiese la educación que recibían los jóvenes atenienses de su tiempo, esto es, debió aprender música, gimnasia y gramática, es decir, el estudio de la lengua apoyado por comentarios de textos. A esta educación que Sócrates recibió de sus maestros, hay que añadir la que pudo darle el siglo excepcionalmente brillante que fuera el siglo V en sus comienzos: Esquilo muere cuando Sócrates tenía 14 años; Sófocles y Eurípides son, por una decena de años, mayores que Sócrates; en pocas palabras, estamos en el llamado Siglo de Pericles.
Muchas son las aportaciones de este filósofo ateniense entre las que se pueden destacar la mayéutica, la ética, la ironía, que le permitían entrar en lo más íntimo de la juventud.
Con su método Sócrates confronta con preguntas y respuestas al hombre para forzarlo a saber y llegar así al conocimiento científico.
Ante la declaración del Oráculo de Delfos de que él era el hombre más sabio de Atenas, Sócrates dijo con falsa modestia que le resultaba difícil de creer y que “Sólo sé que no sé nada”. Así que comenzó a interrogar a los otros hombres sabios de Atenas tratando de averiguar qué sabían. Era un consumado maestro en exponer creencias torcidas o erróneas; pretendiendo que no sabía nada, exigía de su adversario que le dijera qué era lo que sabía; a medida que éste lo iba exponiendo, iba él pinchando la burbuja de sus ilusiones haciéndole preguntas agudas.
Su método de hacer preguntas era mucho más profundo de lo que parecía a primera vista. Sócrates intentaba clarificar el debate comenzando por los primeros principios básicos sobre los que descansaban las ideas del adversario y señalar en particular las consecuencias de tales ideas.
No tardó mucho en demostrar, para su propia satisfacción, que los hombres sabios de Atenas no sabían nada en realidad, igual que él. Así pudo concluir que el Oráculo de Delfos había estado en lo cierto; él era el más sabio de los hombres, pues sabía que no sabía nada.
Para Sócrates el aprendiz debe sacar, a través de los cuestionamientos, el conocimiento científico. En los diálogos de Platón, Sócrates explica a Menón cómo cuando él aprende geometría lo único que hace es llevar hasta su conciencia aquellas ideas que desde siempre estaban en su alma. El maestro debe utilizar el diálogo para alcanzar el conocimiento de sí mismo y hacer con ello el conocimiento de sus alumnos.
Para Sócrates el saber era la ética, la ciencia siempre tiene una incidencia ética al crear un espacio para el hombre en el cual éste se conocerá y obrará en consecuencia. D e esta manera el aprendizaje es parte de la ética, ya que ésta y la ciencia no son sólo complementarias, sino que además tienen un punto en común que las hace solidarias: las nociones universales.
Sócrates muere en el 399 a.C. Su obra perdura gracias a los escritos de Platón su discípulo.
Martín Heriberto del Río Castrellón
Referencias
Brun, J. (1995). ¿Qué sé? Sócrates. México: Publicaciones Cruz O. S.A.
Strathern, P. (1999). Sócrates en 90 minutos. España: Siglo XXI de España Editores.
Hola Martín:
ResponderEliminarMuy interesante tu aportación acerca de Sócrates, en lo personal, uno de mis pensadores favoritos de toda la historia, sin embargo no era agradable pues ponía en evidencia la ignorancia de las personas. Además su famosa frase "Sólo se que no sé nada" se refería a que antes de él no había saber ni conocimiento.