domingo, 3 de octubre de 2010

ÉDOUARD CLAPARÉDE



Nació en Ginebra, Suiza, en 1873, en una tradicional familia calvinista. Luego de formarse en medicina  encaminó su carrera hacia el campo de la psicología experimental. Algunos de sus estudios influenciaron la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud. En 1912 creó el instituto Jean-Jacques Rousseau (o Academia de Ginebra) para el estudios de la psicología infantil y su aplicación en la enseñanza. Su trabajo fue continuado por el discípulo Jean Piaget, quien, como jefe del Instituto, lo reformó y lo integró a la Universidad de Ginebra. En 1924 Claparéde  fue una de los redactores del primer esbozo de una carta internacional de los derechos de los niños y al año siguiente fue cofundador de la Oficina Internacional de Educación, hoy órgano de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Cinecia y Cultura (UNESCO). Murió en Ginebra en 1940 ( Aguerrondo, 2006, p 92)
En su formación absorbió influencias tanto de la filosofía como de la ciencia de la época. Y su obra favoreció el desarrollo de dos de las más importantes líneas educacionales del siglo XX: la Escuela Nueva, cuya representante más conocida fue María Montessori y el cognitivismo de Jean Piaget que fue su discípulo.
Claparéde defendía un abordaje funcionalista de la psicología, por el cual el ser humano es, por encima de todo, un organismo que funciona. Los fenómenos psicológicos debían  ser abordados “desde el punto de vista del papel que ejercen en la vida, de su lugar en el modelo general de comportamiento en un determinado momento”. Basado en eso el pensamiento es entendido como una actividad biológica al servicio del organismo humano, que es accionado ante situaciones con las cuales no se puede lidiar por medio del comportamiento reflejo.
El papel del aprendiz en la escuela “activa” debía estar regido por el vector de la actividad y confería al entretenimiento y al juego suma importancia como estrategias para despertar el interés y las necesidades de los alumnos. El papel del docente es colocar al alumno en una situación adecuada para que se despierte su interés y le permita adquirir el conocimiento que va al encuentro de lo que busca.
El aprendizaje en la escuela activa se da por resolución de problemas. “El saber no tiene ningún valor funcional y no es un  fin en sí mismo”, defendía Claparéde; la vida  es un proceso de adaptación continuo guiado por la lógica de la utilidad y de la eficiencia.
En la actualidad, ante la imposibilidad de preparar una escuela para cada tipo de alumno, se trata de personalizar la educación, es decir, respetar el avance del alumno y tomar en cuenta que todos son diferentes y que no se trata de homogenizar, sino de despertar el interés de éstos po rel conocimiento.
La obra principal de Claparéde es Psicología de los niños y pedagogía experimental.

Martín Heriberto del Río Castrellón

REFERENCIA
Aguerrondo, I. (2005). Grandes pensadores: historia del pensamiento pedagógico occidental. San Pablo: Papers Editores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario